dimarts, 25 de març del 2008

Melody

“Realmente, ¿me interesa algo de lo que este pobre desgraciado (y grandísimo hijo de puta) me está diciendo…?” Y sin embargo sus pensamientos no tienen ninguna correspondencia con la actitud profesional, pulcra y atenta, con la que el prestigioso abogado fijaba sus ojos en aquel hombre no excesivamente alto ni especialmente bajo, soportablemente agraciado y sobre todo extrañamente inexpresivo a pesar de la gran carga emocional y dramática que contenía su relato.

Semi incorporado y sudoroso, mis ojos muy abiertos y fuera de sus órbitas casi tocando la familiar mancha del techo, que entre los muchos y variados parecidos que le he ido atribuyendo a su contorno a lo largo de estos años, hace mucho, mucho tiempo, que únicamente soy capaz de reconocer en ella la simple mancha que en realidad es. El sueño, por reciente en el tiempo y por repetido en mis años de prisión, se ha convertido, para mí, en una cinta de video que mi mente puede recrear y repetir a su antojo, aunque no siempre pueda detener sus imágenes una vez iniciadas.

El espacio que me rodea, es un espacio onírico, ligeramente irreal pero suave, agradable, placentero y acogedor.

La sensación es indescriptible. Ella me mira. La belleza, elegancia y serenidad de su rostro son maravillosas. Su cuerpo desnudo, de proporciones armoniosas y de contornos suaves pero definidos, se muestra ante mí ofreciéndome sin estridencias sus recovecos más íntimos, incluso los que ya se adivinan húmedos. La oferta es plena, sus ojos me hablan de una entrega sin límites, prometen una búsqueda conjunta del placer más absoluto y de una fusión que supere la de nuestros cuerpos y flujos.

Una fuerza a la que no puedo resistirme me acerca irremediablemente a ella, paralelamente, una progresiva rigidez invade todo mi cuerpo. Mi ropa desaparece y cambia vertiginosamente a medida que la distancia entre nosotros disminuye. Cuanto más cerca, menos piezas de ropa cubren mi cuerpo.

Yo desde fuera, junto a cientos de personas, observo la escena a la vez que la vivo, intensamente. Soy consciente de que la última prenda que esconde mi virilidad desaparecerá, en cuanto los escasos centímetros que nos separan, sean reducidos a la nada por mi imparable avance.

Mi terror es ya insostenible. Tengo plena conciencia de que en el mismo instante que nuestros cuerpos se toquen experimentaré, por un segundo, la entrega sin límites de lo que significa un amor pleno y recíprocamente compartido. Y así sucede.

Inmediatamente me veo a mí mismo desnudo y con la pelvis totalmente lisa, mi rigidez es absoluta. Soy un maniquí de escaparate sin ropa. El horror que siento es insufrible. La gente se aleja entre risas, gritos e insultos, dejándome totalmente solo, enfrentado a lo que ya se ha convertido en mi imagen sin sexo reflejada en un espejo. Únicamente un miedo infinito me acompaña.

En breves instantes la realidad de la vigilia me serena y relaja, permitiendo a mis pensamientos, nunca compartidos, que interpreten con claridad las sencillas claves que convierten a lo que nace con voluntad de bello sueño convertirse en la peor de mis pesadillas. Simultáneamente a la calma, mi más querido mecanismo interior, permite que mi boca inicie una breve sonrisa que es, a la vez, una apuesta por una normalidad inalcanzable”.

“¿Sí?, ¿no? No, realmente no me importa un carajo lo que este puto violador confeso y condenado, está intentando expulsar de mi mismo, en la seguridad de que su próxima libertad le devolverá a la eterna esclavitud de su instinto”.

Pacientemente, con una expresión fría pero cordial, el abogado escucha atentamente el sueño recurrente del famoso violador, apodado Melody por su extraña costumbre de realizar todas sus fechorías llevando siempre consigo una botella de tan exquisito licor, en las que, sin decirlo, está comunicando a gritos que volverá a delinquir, que necesita ayuda y sobre todo que sigue estando solo.

Pat Andrews

3 comments:

Anònim ha dit...

Per motius diversos avui m'anava molt malament escriure el meu article. Penjo doncs un article convidat del Pat, que de totes maneres portava setmanes en espera, i jo publicaré divendres.

Pat, somni del violador o de l'advocat? Perquè lo de "amor ple i recíprocament compartit" no ho veig gaire propi d'un violador, ni tan sols en somnis... Ara que tampoc es correspon a l'estereotip dels advocats! Somni de Pat, doncs? (Ara que no hi ha la Belinda algú ha de fer de psicòleg, i més quan es tracta de somnis!)

Anònim ha dit...

Y ella... alguna vez todavía sueña con él. Hoy lo hizo y .. se levantó con una sensación de realidad que hasta le dio miedo. El sueño en sí fue una tontería pero ... el beso que le dio al despedirse fue...¡tan real!

Rodeados de una manifestación nudista, ellos se despedían, los niños montados en el coche y sentaditos en sus sillitas de auto y antes de que él se montara en el coche para volver a su casa le dio a ella un beso de aquellos que le daba cuando salían juntos, apasionados pero dulces, cogiéndola bien fuerte, como intentando que no se le escapara, excitante hasta ponerle la carne de gallina, largo , intenso, y ella se dejó hacer, intentando que aquel momento no terminara nunca, recordando aquel año que pasaron juntos, ese primer amor que tanto le marcó.

Despertó y vio a su marido dormido junto a ella y recordó lo feliz que es a su lado pero... también recordó esa pequeña infidelidad matutina y la disfrutó.

Anònim ha dit...

@Pep
¿De verdad piensas que hay un solo perfil de violador?
Un violador que delinque con una botella de Melody ya es singular ¿no?

@Aitana
El "trabajo" de tu sueño es tan escaso y el "sentido" tan evidente, que casi lo hace más un deseo que sun ueño ¿No crees?

d